Un mundo en transición

Las inversiones chinas en América
Latina

 

China empieza a tallar en la escena internacional con su ingreso a la
OMC en el año 2001. En primer lugar, a partir de los flujos de comercio,
comenzando con la venta de sus productos baratos que, a lo largo
de los años, irán ganando en refinamiento tecnológico. Luego se va
transformando en el gran comprador de commodities del mundo, en
particular en Africa y América del Sur. Finalmente, se lanzó al ruedo
con sus inversiones en su periferia cercana, Africa y América Latina.
Tras el ingreso de China en la OMC, el primer vínculo entre América
Latina y el gigante asiático se dio en el marco de “Asociaciones Estratégicas”
-Venezuela (2001), Brasil (2003), Argentina (2004) y Chile
(2012)- que implicaron un crecimiento exponencial del comercio, que
pasó de apenas USD 15 mil millones en 2001 a más de USD 261 mil
millones en 2012, convirtiendo a China en el socio comercial más importante
de Argentina, Brasil y Perú.

En 2021 se alcanzó el máximo histórico de flujo comercial entre China
y América Latina y el Caribe: US$450 mil millones según datos publicados
por la Administración General de Aduanas de China. Hoy es
el primer destino de las exportaciones de Brasil, Chile, Cuba, Perú y
Uruguay (de Argentina es el segundo después de Brasil).[4]
Las inversiones extranjeras directas (IED) llegaron en una segunda
etapa. China empezó a cobrar relevancia a nivel global con respecto a
las IED recién después de la crisis económica mundial de 2007-2008
ya que antes su estrategia era la inversa: atraer IED a su propia economía.
En relación a América Latina se puede decir que es el 2010 el año del
despegue de la IED China .Entonces fueron dos las grandes inversiones
chinas, en el sector petrolero, las que cambiaron esa tendencia:
la alianza de Sinopec con Repsol en Brasil, donde suscribió capital, y
CNOOC ( China National Offshore Oil Corporation ) en Argentina en
su joint venture con Bridas para la exploración y producción de gas y
petróleo.

Mientras que en el conjunto de las dos décadas anteriores habría ascendido
a sólo unos 7.000 millones de dólares desde entonces su flujo
fue aumentando exponencialmente.
En 2013 el presidente Xi XInping le dio una impronta geopolítica a la
creciente presencia de empresas e inversiones chinas en la construcción
de puertos, rutas, trenes y centrales eléctricas en todo el mundo
y creo la iniciativa de la Franja y la Ruta de China (BRI) , un plan de
infraestructura y financiamiento del gigante asiático, a lo largo de
todo el mundo. Abarca ferrocarriles, autopistas, puertos y ductos, pero
también hay un complemento digital, llamado la Ruta de la Seda de la
Información en el marco del desarrollo y propagación de la tecnología
5g. Resucita de esta manera a la legendaria ruta de la seda que China
controlaba cuando era la potencia imperial más poderosa del mundo
hace de 700 años atrás.

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